Tardes,
manoseando la palabra viernes,
desenredando mi fin de semana…
tantas tardes.
Luego,
pasa tan rápido y no puedes verlo,
quieres tocarlo pero ya se ha ido.
No lo has visto.
Y otra vez,
echo de menos mi ración de vicio,
hago películas sin presupuesto
y me duermo.
Y me cuelgo,
en el trapecio de los cinco días,
como un murciélago de sangre fría
y te llamo.
Mi caballito de mar,
mi desequilibrado.
Me dejaría matar por una galopada.
Mi caballito de mar,
mi desequilibrado,
Me dejaría matar por ver lo que tu ves.
Por ver lo que tu ves...
(Amaral)