Me perderé entre olores de azahar y manzanilla.
Noches cálidas bajo un cielo de farolillos preñados de luz.
He cerrado los poros de mi piel
encarcelando el sudor de tu pasión desembocada
que resbaló por mi cuerpo.
Tras mi boca se protegen los pilares de ruinas erosionadas
por el calido aliento que entremezcló sueños y lujuria.
Trozos de néctar supuran el peso punzante de la dureza
como piedras hincadas en el colchón de plumas
donde el desconsuelo se abriga con frías sábanas de seda.
Ya estoy aquí otra vez
en la orillita del mar,
mientras me mojo los pies
he empezado a imaginar…
Tu si que debes saber…
¡Ay si pudieras hablar!
Tienes secretos que se
nunca los vas a contar
Guardas los suspiros
de corazones rotos
y todas las miradas
de los hombres
que se sienten solos.
Dejas que la luna por la noche
te toque un poco
con la lucecita que ilumina los sueños locos.
Mi barco es de papel
pero saldré a navegar.
En la isla en donde tu estés
allí quiero naufragar
y que me huela la piel
a roca espuma y a sal.
Dime que tengo que hacer
para ser tu capitán.
Guardas los suspiros
de corazones rotos
y todas las miradas
de los hombres
que se sienten solos.
Dejas que la luna por la noche
te toque un poco
con la lucecita que ilumina los sueños.
Fito&Fitipaldis
Tras una ventana a medio cerrar
se filtran valientes rayos de luz
que desafían la penumbra que me rodea.
Miro a mi alrededor.
Cierro los ojos y los vuelvo a abrir.
Sigo aquí, en el mismo lugar.
No voy a molestarme,
no voy a malgastar ni un parvo esfuerzo
por ayudar a que ese resplandor
gane su batalla.
Nací sombra y como sombra quiero vivir.
No
son
de hoy
las margaritas
que me adornan
descaradas, el balcón de la frente.
Los consuelos consumidos me hurgan
en las entrañas enfermas sin curación,
ni esperanza, sin mañana cierto,
ni pasado cercano.
Directamente
huecos
fríos
soy.
Si.
No.
Landesa Torrado
Contaron por ciertos los días en que tu desdicha sufrió encarcelada tras los barrotes del desconsuelo.
En el torreón de tu castillo, la aspiración se codeaba con la ínfima esperanza que te observaba desde el cielo.
Cielo cerrado, saturado de pequeñas gotas vacías, suspendidas y mecidas al antojo de la niebla de incertidumbre.
Tus rezos no ayudaron, nadie te escuchó desde la lejanía.
La soledad te sonríe, pidiéndote disculpas por acompañarte en la prisión de tu tiempo.
Princesa...ese rostro ya lo conoces.
Allí, a lo lejos, la silueta de un equino
se confunde entre el brillo de la brisa oscura.
Un olor a humedad acompaña el silencio de la noche.
Lo que se sembró en tiempos de labranza,
hoy es mala hierba que nunca ha de crecer.
Sobre la cúspide de tu frente,
el símbolo de tus días.
Oscuro…
oscuros ojos, oscura piel, oscuro destino.
Inconstante, así eres… bello, salvaje, misterioso.
Intoxicada de fragilidad,
no quiero observarte desde la distancia.
Afortunada tu desdicha por sentirte libre.
Paseo descalzo
por el mismo sendero
donde enterré tu flor.
Los viejos remilgos,
los versos de antaño,
son solo una canción.
Y aquel montón de cartas
que nunca terminé
son pétalos marchitos
que ya no huelen bien.
Y estoy sentado en el barro
esperando el remedio…
sentado contemplando el milagro.
Prendí las cenizas
de un fuego apagado
que nunca dio calor.
Sembré en los papeles
palabras sinceras
y recogí dolor,
y una mala cosecha
de frutas con sabor
a celos y a resacas
mas negras que el carbón.
Y estoy sentado en el barro...
El mismo problema
con distinto perfume
y con distinta voz.
La misma condena
con otras cadenas,
solo he cambiado YO
Y estoy sentado en el barro...
Buenas Noches Rose
Lluvia encauzada en surcos profundos
enternece la tierra seca por donde nunca quisiste pasar.
Las huellas del pasado que afirmaron el rastro de tu vida
se esfumaran con el soplo del tiempo.
Camina con la libertad de retroceder si te cansas.
Corta los hilos que te guían y confinan tus decisiones.
Lánzate al precipicio de las oportunidades.
Tienes el derecho de quejarte si te golpeas
pero no te quedes con la duda,
no dejes que tus alas se corrompan por el oxido del atrevimiento.
Siempre hay algo más allá.